Las organizaciones y las empresas se
mueven dentro de un abanico de estados intermedios en cuanto su funcionamiento
y eficacia. En el artículo se ofrece dos estados limítrofes y característicos,
modelos, que nos sirven de referencia para analizar la situación actual de una
cualquiera, no siendo ninguno de estos la ejemplificación real de alguna
institución. Posteriormente establece unas bases para desplazarse de un modelo
a otro basadas en “la innovación y en la mejora, competitiva y con altos grados
de eficiencia productiva y eficacia social”.
El primero de los modelos es el de la
dependencia. Éste es el que tiene un carácter más negativo y menos dinámico.
Este se caracteriza por su desarrollo a través de dos bases, la relación
emocional y el rol profesional de los individuos. Las relaciones se establecen
con una visión ascendente hacia los que se encuentran por encima, produciendo
una sensación de inseguridad en el sujeto lo que provoca una fuerte dependencia
hacia él. De este modo la imagen de los actores se mueven dentro de la
agresividad y una fuerte ambición personal lo que perjudica una comunicación
efectiva entre ellos. Todo esto contribuye al aumento de la dependencia y con
ello a características como la jerarquización, la segmentación, la
prepotencia, sentimientos de culpa, etc.
El segundo de los modelos planteados,
con un carácter más positivo, es el de desarrollo. Éste se alza bajo dos
pilares, la responsabilidad y el aprendizaje permanente. La responsabilidad
surge como una actitud que aparte la culpa en la relación con los clientes ya
sean internos o externos, dando la misma importancia a ampos a la hora de
obtener el mejor resultado. En cuanto al
aprendizaje permanente, la llave consiste en la intercomunicación como espacio
para fluir la información y construir mejoras en el desarrollo de la
organización, así como en el deseo de buscar siempre la calidad tanto en los
procesos como los productos.
El paso de un modelo a otro se
establece como un ejercicio de mejora de la eficacia productiva y social. Para
ello, hay que enfrentarse a las dinámicas propias de la institución, aunando
espacios para el aprendizaje, la comunicación, el crecimiento y, por
consiguiente, el desarrollo grupal. También, enfatizar una actitud activa y de
competencia, en continua superación de procesos y productos.
Del artículo enfatizaría el aspecto
de la comunicación, en cuanto al análisis de situaciones reales propias. La
falta de flujo de información no solo desemboca de la relación ascendente entre
los sujetos y sus superiores, donde éstos levantan obstáculos tanto para
mantener la inseguridad de los subyugados como asegurar su espacio, sino entre
los miembros del mismo escalón. La actual inseguridad laboral y la bolsa de
trabajadores en espera de una oportunidad se conforman como un agente externo
influyente en la dinámica interna de la empresa. Esta inseguridad provoca una
competencia extrema y desleal, siendo la intercomunicación una de sus
consecuencias. Por lo tanto el tan ansiado trabajo en equipo se difumina ante
los deseos de destacar mediante la diferenciación mediante la tenencia de
conocimientos y aptitudes propias. Este estado que puede ser un motor para la
superación y el alcance de objetivos, tiene también su lado oscuro, y por lo
tanto, susceptible de un análisis central dentro de ese desplazamiento hacia un
modelo de desarrollo.